El 16 de septiembre de 1955, se inauguraba con gran pompa y marcialidad la Residencia Sanitaria Almirante Vierna, más tarde Hospital Xeral y, desde hace pocos meses, Cidade da Xustiza de Vigo. Aquella tarde, al son de los compases de la banda de música del Regimiento de Infantería Murcia número 42, un elegante coche negro se abrió paso entre la muchedumbre ante la escalinata de un edificio que se convertía en el tercero más alto de España. Bajó del vehículo Su Excelencia el Jefe de Estado, el Generalísimo Francisco Franco, aplaudido por las autoridades, con un comité de bienvenida en el que no faltaba nadie, desde el gobernador al obispo, pasando por la Corporación en pleno, todo el cuerpo consular, y los altos mandos militares y civiles. De en medio de tan honorable populacho, aparecieron dos enfermeras, que entregaron sendos ramos de flores a Carmen Polo y a la viuda del Almirante Vierna, en cuya memoria se bautizaba a la residencia.
Contaba el genial periodista Francisco Armesto Faginas, en su obra «Da Residencia ao Hospital Xeral», que el ramo de la esposa del dictador tenía media docena de flores más que el otro, como era costumbre. Pero había algo más allí que lo hacía mucho más pesado. «A veces -añade el autor- entre las flores había escondida alguna joya, como discreto regalo».
Porque Carmen Polo, a la que apodaban “La Collares”, era un adicta a las alhajas, algo que todo el país conocía, por lo que era habitual agasajarla discretamente en los actos públicos, entregándole de extranjis costosos regalos en pedrería y metales preciosos.
Lotes de joyas de la familia Franco
Por eso no es extraño que, en las últimas décadas, en grandes casas de subastas internacionales aparezcan lotes de joyas de la familia Franco, como el que en noviembre de 2019 sacó al mercado la casa Cristie’s en Londres, con un conjunto en el que destacaba un fastuoso collar de esmeraldas, cuyo precio de salida comenzaba en 141.000 euros. En aquella ocasión la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica protestó oficialmente al Gobierno de España y pidió que el embajador en Reino Unido averiguase el origen de aquellas alhajas, muchas de las cuales, a lo largo de la dictadura, terminaron en manos de los Franco con pocas explicaciones.
El investigador Mariano Sánchez Soler, en su libro “La familia Franco SA” denunciaba el oscurantismo sobre su patrimonio y reclamaba que la Abogacía del Estado decidiera “investigar las escrituras de cómo se hicieron determinadas compras”. Otro periodista, Javier Otero, publicó un trabajo de investigación que revelaba que algunos regalos recibidos pudieron no ser demasiado espontáneos, en una época en la que no había libertades.
Pesca a bordo del «Azor»
La polémica sigue vigente porque los descendientes de Francisco Franco han llegado a presentar demandas contra varios periodistas que investigaron el patrimonio del dictador. Y las vicisitudes pasadas con el Pazo de Meirás son buena muestra de lo espinoso del tema. Pero la historia del famoso ramo de flores en la inauguración del antiguo Hospital de Vigo está muy lejos de ser una mera anécdota. Porque en Galicia, especialmente en A Coruña y en Vigo, se dice que eran temidas las visitas de “La Collares”. Porque cada verano se repetía el ‘modus operandi’: Franco salía a pescar a bordo del Azor y Carmen Polo paseaba por las ciudades gallegas, siempre visitando tiendas, en especial joyerías.
“La esposa del Caudillo estuvo ayer en Vigo”, titulaba el diario “El Pueblo Gallego” en septiembre de 1958, tres años después de la inauguración del ‘Pirulí’, que añadía que “efectuó varias visitas y fue agasajada por la Colonia asturiana”. “Acompañaban a la egregia dama” la marquesa de Huétor y la esposa del alcalde, Doña marina Quirós de Pérez Llorente que la obsequió al llegar “con un precioso ramo de flores”. Inmediatamente, la comitiva se dirigió a una joyería de la ciudad y, seguidamente, a dos establecimientos: “Arte” (una conocida tienda de costosas antigüedades) y “Álvarez”. Terminadas las “compras” se fueron a degustar sidra al Club de Campo, donde “se le hizo entrega de un monumental ramo de flores”. Terminada la jornada, regresaron al norte de Galicia.
“Es casi un mito que, cuando Carmen Polo salía de compras, los mejores joyeros de Madrid cerraban sus puertas porque ‘se olvidaba’ de pagar las facturas”, revelaba el periodista Mariano Sánchez Soler en su libro “La familia Franco S.A.” Se cuenta de una tienda de antigüedades en Vilagarcía de Arousa donde “La Collares” hizo varias compras pidiendo que se enviase la cuenta al palacio de El Pardo, donde nunca se abonó la factura.
Ayuda de submarinistas
En Vigo y en A Coruña eran un clásico las visitas veraniegas de la esposa del Caudillo. Y, por su puesto, la entrega de los fastuosos ramos de flores, a veces con “sorpresa” dentro. Cada agosto y septiembre, en los diarios de los años 50 y 60, se consignan las visitas a Vigo de Carmen Polo. Como aquella inauguración de la Residencia Almirante Vierna en la que para “La Collares” había premio. Y en la que, pese a ir vestido de traje de calle, Franco no se apeó ni un minuto de una gorra marinera que llevaba en su mano. No se deshizo de ella hasta que el arquitecto Marcide, autor del proyecto, felicitó al dictador por el atún de 320 kilos que según la prensa de la época había capturado días antes, quién sabe si con la ayuda de submarinistas. «Enhorabuena, Excelencia, por el formidable atún que pescó el otro día», dijo el arquitecto adulador de la época. A partir de aquí, el Caudillo se entregó a una larga charla de su lucha contra el temible Leviatán, en la que a punto estuvo de perder la vida, ante las feroces acometidas del pez, que pusieron al «Azor» a punto de zozobrar.
«Nuestra provincia vibró ayer de entusiasmo ante la presencia de Sus Excelencias el Jefe de Estado y su esposa», expresaba al día siguiente el editorial del diario “Faro de Vigo”, homenajeando «al gobernante que ha hecho entrega de su vida, su saber, su prudencia y su energía a la obra ingente de servir a una comunidad gozosamente identificada con su genial Caudillo». «Las gentes pontevedresas han sabido ser todo vibración cordial, todo tierno aplauso y vítor jubiloso», proseguía el Faro. «Por esta sensibilización tan honda, tan clamorosamente expresada, de lo mejor de su espíritu y de sus sentimientos, el Jefe de Estado pudo saber -a su paso fugaz entre nosotros- no sólo cuánta hondura de Fe y de Patriotismo le ofrenda esta provincia, sino también la amorosa gratitud que su presencia cobra siempre de este pueblo fidelísimo y consecuente en su esperanza».
Leyendo los encendidos elogios, es fácil intuir el compromiso en que podía poner al comercio local de la época aquellas visitas veraniegas a Vigo de “La Collares”…