En la Reconquista de Vigo también hablan los muertos. Lo hacen a través de los libros parroquiales de difuntos que se conservan en el Archivo Diocesano de Tui. En ellos, los curas de la época fueron apuntando las defunciones de aquellos pobres paisanos que caían en combate, acompañando los textos con descripciones de las batallas o notas a veces pintorescas pero que constituyen una fuente documental histórica de primer orden.
Entre estos libros, destacan los de Lavadores, donde estuvo el cuartel general de los vigueses en los días previos a la Reconquista, después de trasladarse desde Zamáns. También contamos con los del núcleo urbano del Vigo de la época, aunque en ninguno de estos documentos se reseña la muerte de ningún ciudadano llamado ni apodado ‘Carolo’. Sigue así vivo el misterio sobre la identidad del viejo marinero de O Berbés que murió cuando intentaba derribar a machetazos la puerta de A Gamboa.
Se calcula que, en el asalto final a las murallas, en la noche del 27 de marzo de 1809, murieron unos treinta vigueses, junto a un centenar de franceses. Casi todas las víctimas locales aparecen en los libros, que también reflejan las escaramuzas previas, así como la acción del 28 de marzo, cuando los vigueses salieron al encuentro de una columna de soldados franceses enviada desde Tui por el general Lamartiniere, al mando del comandante Chapuzet, cuyo apellido retrata bastante bien el desastre de lo que iba a ser una expedición de castigo y terminó aniquilada por los partisanos locales, aunque también sufriesen bajas propias.
En Beade, cae el 28 de marzo Juan de Abalde. Y el párroco se convierte en cronista de la Reconquista: “Se tuvo en esta Iglesia Parroquial de San Esteban de Beade, el entierro y funciones fúnebres por su Ánima de Juan de Abalde, marido de María Josefa de la Iglesia, el qual fue sepultado en Castrelos en veinte y ocho de marzo, en cuio día fue muerto por los Franceses en ataque, en los términos de aquella parroquia. (…) en este día la guarnición Francesa de Vigo cercada por los paisanos de este valle, siendo su gefe el abade de Valladares, se entregó a discreción después de unos 18 días de cerco y la división que inútilmente venía a reforzarlos fue la que hizo estas muertes, que aquí por los Franceses suenan echas, pero parte de esta división quedó sepultada en Fuentefría en dicho día, tal fue el valor dos vecinos de este valle”. Lo que narra aquí es la victoria del día 28 contra los soldados galos de Chapuzet, donde murió el infortunado Juan de Abalde, que anota el párroco.
En los días previos a la Reconquista, los vigueses se constituyeron en guerrilla, que acosaba a los franceses cuando salían a forrajear con sus caballos. En una escaramuza muere en Freixeiro Basilio Otero. Y así lo apunta su párroco: “En diez y siete días del mes de marzo año de mil ochocientos y nueve, se dio sepultura dentro de la yglesia parroquial de Santo Thome de Freixeiro al cadáver de Basilio de Otero, soltero, natural de San Martín de Moreira, y residente en esta de Santo Thomé; (…) no recivió los Santos Sacramentos por haver sido muerto en el combate del dicho Santo Thomé por los Franceses; y por ser verdad lo firmo como cura en vacante de esta citada feligresía de Santo Thome de Freixeiro. Juan Antonio de Ocampo [rubricado]”.
A Miguel Fernández, también de Freixeiro, lo mataron los franceses a la puerta de su casa: “Se dio sepultura dentro de la yglesia parroquial de Santo Thome de Freixeiro al cadáver de Miguel Fernández, casado con Ysavel Valverde, vezinos de esta feligresía de Santo Thomé; no hizo testamento, ni recivió los Santos Sacramentos por haver sido muerto por los Franceses a la puerta de su casa al tiempo de retirarse el refuerzo que venía de Tuy, quando la entrega del castillo”.
Por su parte, Jacinto Pérez fue muerto por los franceses en Cambeses. El párroco de Lavadores, lo narra en el libro parroquial: “mi feligrés, marido que ha sido de Isabel Rodríguez su muger, moradores en el barrio de la Bagunda; falleciose el día antezedente; no hizo testamento, ni tampoco recivió los Santos Sacramentos por haverse muerto de muerte repentina que le dieron los Franceses en el día antezedente en el barrio de Canveses, en un ataque en defensa de la Lei Santa de Dios, y de nuestra Libertad”.
Otro tanto sucede con Ramón Franco, muerto en la misma acción en Cambeses: “falleció el día antezedente de muerte repentina que le dieron los Franceses en el día anterior según ba dicho, y en el barrio de Canveses de esta referida parroquia”.
Y un párroco llega a afirmar que la protección de la Virgen del Alba, y no el Cristo de la Victoria, llevó a los vigueses a su éxito en la Reconquista: “En el mes de enero entraron los franceses en esta Provincia, en donde estubieron hata [sic] el 28 de marzo en Vigo, y en Tuy hasta principios de abril, sinque en todo este tiempo llegasen a esta Parroquia, la Virgen del Alba nos libertó de su ira; y para que conste a todo tiempo, [lo firmo]. Dn. Juan Rosendo Arias y Henríquez [rubricado]”.
Y también aparecen otros de los que lucharon contra la expedición de Chapuzet del día 28 de marzo, como es el caso de Pedro Lorenzo, de Zamáns. Así anota su muerte su párroco: “En veinte y nuebe de marzo año de mil ochocientos y nuebe, en la iglesia de esta parroquia de San Mamed de Zamanes, se dio sepultura al cadáver de Pedro Lorenzo, marido de Francisca Rodríguez, el que se ha muerto aier de un tiro de fusil que le dio un Francés al ir para Vigo acompañado de otros muchos”.
Al igual que estos testimonios, hay decenas de ellos en los libros parroquiales que hoy se conservan en el Archivo Diocesano de Tui. Son una fuente histórica que nos retrata el sufrimiento de aquella época, una guerra de una crueldad indecible que con tanta precisión fue descrita por los grabados de Goya. Aquí no hubo quien la pintase, pero sí quien la describiese en estos viejos libros de muertos.
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