En el edificio que se observa a la derecha de la fotografía existía una cervecería histórica en la ciudad de Vigo. Estaba en la Rúa Areal y a lo largo de sus años de existencia constituyó el punto de encuentro de numerosas personas.
El local estaba decorado con papel decorado fabricado en Francia y la fama de su buena cerveza estaba vinculada, según la leyenda, con la ubicación de su almacén, en el sótano, de tal modo que el líquido fluía por las tuberías de cobre desde la parte inferior del edificio hasta los grifos de la barra, consiguiendo una temperatura óptima a la hora de servirse.
La anécdotas son muy abundantes y variadas. Fue inaugurada por tres hermanos a principios del siglo veinte y durante muchos años la cervecería estuvo regentada por dos de ellos. Uno se dedicaba a cobrar y tenía la costumbre de guardar las monedas en los diferentes bolsillos de su chaleco, bajo la chaqueta, como si de una caja registradora se tratara.
En aquellos tiempos de las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo XX, en Joaquín se servían bocks, imperiales y cañas acompañados de cacahuetes, siendo la especialidad de la casa las gambas a la gabardina, con un ambiente familiar compuesto por personas de todas las edades.
En las últimas décadas Joaquín fue regentado por un matrimonio francés que llegó a encargar el mismo tipo de papel de las paredes a Francia, para conservar el mismo ambiente de toda la vida. Después de la jubilación de este matrimonio parisino, otras personas asumieron la dirección, sin embargo, después de varios intentos por mantener la cervecería a flote, terminó por cerrar sus puertas al público. En la actualidad puede observarse el estado ruinoso del local a través los agujeros de la puerta, allí se han quedado los recuerdos de varias generaciones de viguesas y vigueses, porque Vigo no tiene piedad con sus establecimientos históricos.