Puede ser que la música no fuera del agrado de los participantes y resultó que la guitarra pagó las consecuencias. O también pudiera ser que en el fervor de la juerga el guitarrista decidiera emular a algunos de los mejores intérpretes del rock rompiendo el instrumento. Sea como fuere, esto es lo que queda: la caja de la guitarra sin el mástil y sin las cuerdas. Y cabe preguntarse, a la vista de la foto, cuál habrá sido el último acorde que sonó en ese instrumento que ha quedado casi irrecuperable, y cuál habrá sido la última canción de la banda sonora de esa juerga loca que todavía suena en el recuerdo de quienes la han vivido.