Hoy, 20 de mayo de 2020, cumple 100 años Eulalia Dolores Pérez Ruiz, a la que toda la familia conocemos como Lola. Es mi tía Lola, pero es mucho más que una tía. Era hermana de mi madre, fallecida hace cuatro años y a punto de cumplir los noventa y nueve. Lola y su marido, Ismael Chillón, fallecido hace más de veinte años, nos arroparon a mi madre y a mí desde el fallecimiento de mi padre, cuando yo tenía poco más de dos años. Puedo decir que soy lo que soy gracias a mi madre, por supuesto, y a mis tíos Lola e Ismael, que no tuvieron hijos. De ahí que sea mucho más que una tía. Tanto es así, que nuestros hijos, que son como los nietos que nunca ha podido tener, siempre la han tratado como la “abuela Lola”.
Hoy ha llegado a esa edad centenaria en plenas facultades físicas y mentales. Ella tiene el privilegio de valerse por sí misma. Todos los días se asea sola, hace su propia habitación, lee la prensa escrita todos los días, y está atenta a todas las noticias de la televisión y de la radio. Es una mujer culta e informada. Además, después de un paseo durante casi una hora, pasa gran parte de la mañana en el balcón cuando el tiempo lo permite, porque le gusta mucho estar al aire libre.
Después de comer sigue sus novelas en la televisión y luego su concurso favorito, “Ahora caigo”, y también le gustan las noticias y los programas de la Televisión Gallega. Cena de un modo frugal a eso de las ocho de la tarde, y se prepara para acostarse, invariablemente, a las nueve de la noche. Ha sido una mujer muy metódica toda su vida. Lo que le sorprende a muchas personas es que no frecuenta el médico. Salvo una dolencia que tuvo de joven y que la encamó durante un año, prácticamente nunca va al médico, salgo veces contadas. La única medicación que toma es una pastilla para la tensión. Obviamente, es una privilegiada.
Durante todos estos años ha tenido que pagar el precio de ver cómo iban muriéndose sus queridos familiares —algunos muy jóvenes—, amistades de toda la vida, y ha sido testigo, también, de la guerra española, en la que murieron muchos amigos de la juventud, de los difíciles y amargos tiempos de la posguerra, de los temores de la II Guerra Mundial, y de multitud de situaciones que, en muchos casos, además, hoy constituyen las anécdotas de su vida.
La abuela Lola ha cumplido 100 años y lo celebramos en familia, con la alegría de tenerla a nuestro lado el tiempo que la vida lo permita.