Los antiguos adoquines de la Gran Vía de Vigo han quedado al descubierto con las obras de la rampa rodante en el tramo que va desde la Rúa Urzáiz hasta la Praza de España. Se trata de una de las principales calles de la ciudad y fue construida en la primera mitad del pasado siglo XX.
Fue proyectada en 1910 y su construcción duró 35 años como consecuencia, sobre todo, de las expropiaciones necesarias para llevar a cabo el vial. En 1936 fue renombrada como “Gran Vía del Generalísimo”, en honor al entonces Generalísimo Franco. Estuvo rematada en 1945, en los años difíciles de la posguerra española, y fue inaugurada el 24 de agosto por el mismo Francisco Franco coincidiendo con su asistencia a un congreso de pesca celebrado en la ciudad.
El acto de inauguración de la “Gran Vía del Generalísimo” consistió en un recorrido en coche en el que el Caudillo iba acompañado de su mujer, Carmen Polo —apodada por el pueblo como “Carmen collares”— desde As Travesas hasta la calle José Antonio —la actual Rúa Urzáiz—, camino del Pazo de Meirás, donde pasaban las vacaciones de verano todos los años.
Con el advenimiento de la Democracia se recuperaron los nombres originales de las calles y las plazas de las poblaciones españolas y se quedó con el nombre primitivo de “Gran Vía” hasta nuestros días. Para su construcción se contrató numerosa mano de obra, incluso traída de Portugal.
En la actualidad, estas historias resultan desconocidas para una gran parte de la ciudadanía viguesa, y cada vez que se realizan obras en estas calles suelen redescubrirse sus capas originales, en este caso formadas por un adoquinado que sólo recuerdan quienes peinan canas.