Esta es la Ronda de Don Bosco, en la ciudad de Vigo. Una calle donde no hace mucho se llevaron a cabo una serie de actuaciones urbanísticas para humanizarla. Se colocaron unas espléndidas marquesinas que facilitan la instalación de las terrazas de hostelería y crean un buen ambiente en el entorno, se arregló la superficie de rodadura y las aceras, y se talaron los pocos árboles que quedaban en pie para poner otros de menor porte y menos peligrosos, dando lugar a numerosas quejas.
Asimismo, también se colocaron numerosos bolardos luminosos para delimitar la zona de peatones. Sea como fuere, el resultado, en su conjunto, resultó muy satisfactorio, todo hay que decirlo.
Sin embargo, el tiempo ha ido pasando y aquellos bolardos fueron dejando de alumbrar y luego fueron quedando mutilados por los golpes de los vehículos. La primera solución fue la socorrida cinta americana, algo así como las famosas tiritas, que sujetaban las partes rotas y desprendidas, con una imagen penosa porque aquello nunca se solucionaba.
La falta de mantenimiento se fue haciendo notable y ahora puede comprobarse —la foto lo demuestra— que ya no hay bolardos. Observando de cerca lo que queda de ellos da la sensación de que han sido cortados por lo sano para evitar el problema. Algo muy misterioso.
Todo induce a pensar que para llevar a cabo esa tala de bolardos se han basado en aquello de “muerto el perro se acabó la rabia”, así ya no hay más deterioros ni averías.