En las calles de la ciudad de Vigo es cada vez mayor el número de bolardos que aparecen tirados y destrozados. Un ejemplo es la céntrica Ronda de Don Bosco, que en su momento experimentó un acertada actuación urbanística hasta el punto de que hoy es un lugar de encuentro muy popular, con numerosos bares y terrazas.
El carril por el que discurre el tráfico rodado estaba perfectamente delimitado con bolardos iluminados en su parte superior. Con el paso del tiempo, muchos de esos bolardos aparecen rotos y deteriorados, pegados con cinta, sin luz, o incluso tirados en el suelo, sin que se lleve a cabo el arreglo correspondiente.
El Concello tendría que plantearse el cambio por otros mucho más robustos y mejor anclados en el suelo, en los que prevalezca la vida útil sobre la estética.