En cualquier caso, el hecho demuestra un diseño técnico erróneo que, como siempre pasa en este país, queda impune para sorpresa e indignación de quienes tienen que pagar las consecuencias, que son los ciudadanos. La solución de estos deterioros es responsabilidad del Puerto, puesto que la ciudad de Vigo limita en distintos puntos con el Puerto y con la Zona Franca, unos entes que en muchas ocasiones han sido utilizados como catapultas políticas y que, de modo incomprensible, seguramente por intereses políticos, han frenado el avance de la ciudad. El Puerto debiera estar en manos de auténticos técnicos o personas de adecuada formación académica, y lo más alejada de la política, y las Avenidas y demás zonas aledañas portuarias, que son las primeras imágenes de la ciudad de Vigo para los cruceristas y los visitantes, debieran ser cuidadas con mimo y reparar sus daños cuanto antes.