La fotografía está tomada en la singular playa de Samil, de arenas blancas y de aguas limpias, en una época invernal en la que no proliferan, precisamente, los bañistas. Sin embargo, el devenir de las estaciones traerá el verano cálido y el gran arenal volverá a llenarse, un año más, de gentes de todas las edades y condiciones con ganas de calentarse al sol, relajarse sobre la arena, o bañarse en esas aguas multicolor y revitalizantes que son mejores que cualquier piscina.