Los monumentos de Vigo permanecen a oscuras, algo que resulta incomprensible. Desde los caballos de la Praza de España hasta el monumento de la Praza de América –que se muestra en la fotografía–, el monumento de la Praza da independencia, el Sireno en la Porta do Sol, y un amplísimo etcétera, todos pasan inadvertidos bajo un manto de oscuridad. Una ciudad como Vigo debería cuidar esos detalles que contribuyen al engrandecimiento urbano, a que sus habitantes sientan orgullo de ciudad, y a que los visitantes disfruten, también, con los símbolos que identifican una ciudad que pretende ser cosmopolita en el siglo XXI. Hemos comprobado, también, que algunos edificios significativos de la ciudad permanecen a oscuras. Así las cosas, al llegar las horas de la noche, la ciudad de Vigo parece una ciudad fantasmagórica, muy alejada de lo que toda la ciudadanía desea.