La muralla, una vez finalizada, disponía de seis puertas de entrada denominadas Falperra, O Berbés, A Laxe, Gamboa, Sol y Placer. Esta obra de defensa perimetral fue testigo mudo de importantes acontecimientos históricos en la ciudad: la batalla de Rande, en el año 1702, y la ocupación francesa, a principios del siglo XIX. Años más tarde, a mediados del siglo XIX, se decide su demolición para facilitar la expansión de la ciudad. La muralla, por lo tanto, tiene una gran importancia histórica y sus vestigios deben ser cuidados y resaltados en su entorno para recordar y para dar a conocer lo que fue aquella pequeña población que constituyó el antecedente de lo que hoy es esta ciudad. Precisamente, en la Rúa Laxe existe una instalación que permite observar la recuperación de una pequeña parte de aquella muralla. Pero a través de la plancha transparente que la protege sólo se observa un verdín y una maleza abundante que crece de modo anárquico tapando y desmereciendo el resto arqueológico, algo que bien merece una puesta a punto.