«Nace en Verín (Ourense), de padres acomodados, don José García Barbón. Emigró muy joven a la Habana, llamado por unos parientes, y al poco tiempo había adquirido ya una sólida posición económica, que acabaría confiriéndole rango de primacía en la vida financiera de la rica capital antillana. Tenía un talento muy despierto para los negocios, en los que siempre actuó con ejemplar desprendimiento, seriedad y honradez.
A los 53 años regresó a su villa natal, después de haber liquidado sus vastos negocios, y allí vivió otros 22, practicando el bien, especialmente creando y sosteniendo escuelas, pues la difusión de la enseñanza y la cultura fue una fecunda obsesión de su vida de filántropo.
En sus últimos años vino a residir a Vigo, donde adquirió la finca de “Vista Alegre”, convertida, desde el primer instante de su residencia, en lugar de peregrinación de cuantos desheredados de la fortuna precisaban ayuda y amparo. García Barbón cumplía con evangélica modestia la virtud de la caridad; su mano izquierda no sabía lo que la derecha daba, generosamente. Rechazó cargos, títulos y honores, porque le agradaba vivir con sencillez y hacer su labor altruista de modo silencioso y recatado.
Para el pueblo de Vigo construyó el magnífico edificio de la Escuela de Artes y Oficios, donando además importantes sumas para la biblioteca (que lleva su nombre), material pedagógico, etc. A raíz del incendio del teatro “Rosalía Castro”, ante el temor de que Vigo tardase en poseer un coliseo digno de su importancia, adquirió las ruinas de aquél y construyó el espléndido edificio, que es ornato de una de las arterias principales de nuestra ciudad. Los centros benéficos recibían continuamente importantes y discretas ayudas económicas de García Barbón, que más de una vez acudió a remediar situaciones angustiosas en la Casa de la Caridad, Cocina económica, etc. Ayudó también al Hospital, a la Sociedad de Agricultores de Teis, al Asilo del Niño Jesús de Praga y a cuantas instituciones o iniciativas de carácter benéfico se desarrollaban en Vigo.
El Gobierno premió su labor con las Cruces de Beneficencia e Isabel la Católica, así como con la primera Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII concedida a raíz de la creación de ésta.
Falleció García Barbón, soltero, pero rodeado de afecto de todo un pueblo, en el que no conoció más que amigos, el 7 de marzo de 1909. Su entierro fue un desfile impresionante; la población en masa, cuyo comercio había cerrado en señal de duelo, acompañó los restos de García Barbón al cementerio de Pereiró. Poco después se dio su nombre a una calle de la ciudad, honor que él había rehusado en vida, diciendo que si la idea se llevaba a efecto abandonaría Vigo para siempre.
El 28 de septiembre de 1927 fue inaugurada por los Reyes de España la estatua de García Barbón, obra plena de aciertos del escultor compostelano Francisco Asorey».
30 de marzo de 1831. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Ediciones Monterrey, 1960).