En la Gran Vía de Vigo ha aparecido el tronco de un árbol apoyado contra la pared, un tronco sin las raíces y con las ramas desnudas. Una imagen triste de la naturaleza en medio del cemento y del asfalto. Algún desafortunado accidente o una imperdonable gamberrada nocturna habrá sido el motivo de arrancar el árbol de su sitio. Luego, siendo bien pensados, cosa difícil hoy en día, se podría suponer que por consideración a los demás, en un caso, o el aburrimiento de la juerga nocturna o quizá el arrepentimiento, en el otro, conllevaron el arrinconar el esqueleto vegetal. Ya se encargará el camión de la basura de recoger los restos como si nada hubiera ocurrido. ¿A quién le importa un árbol más o menos?