Recordemos el parque de O Castro, que constituye un lugar de visita obligada para los nativos y para los foráneos, el parque de Castrelos y el de A Guía, la Alameda o Praza de Compostela, embebida en la propia ciudad, y un poco más alejados del núcleo urbano los parques de A Riouxa y el Monte dos Pozos, hasta completar una larga lista. Pero tampoco es necesario alejarse excesivamente de las calles céntricas para poder observar el quehacer de las abejas, el vuelo de numerosas clases de aves, o incluso, si hay suerte, las evoluciones de alguna ardilla. La fotografía, tomada en una calle viguesa próxima al Concello, es un buen ejemplo de lo que están perdiendo quienes naufragan en el impetuoso mar de las prisas cotidianas.