En estos tiempos y en estas circunstancias económicas, pocos son los que se arriesgan a emprender una aventura empresarial. Así es, que en muchas calles principales los locales que están vacíos a la espera de algún inquilino se cuentan por docenas. Y esa silla de oficina en compañía de la caja fuerte —sin duda, vacía— junto al contenedor de basura, es el símbolo de un fracaso, de un naufragio empresarial en medio de una tempestad económica que todavía no tiene trazas de remitir, por mucho que digan los dirigentes políticos y económicos del país.