Quienes vivimos en Galicia sabemos de la enorme diferencia climatológica que existe entre unas y otras zonas geográficas, diferencias que en muchos casos resultan notables y que están motivadas por la orografía. Así es, que la temperatura de la ciudad de Vigo no es la misma, ni siquiera, que la de A Coruña, de la cercana ciudad de Pontevedra, o incluso de la próxima Baiona. Vigo disfruta de una climatología singular que termina descubriendo con asombro el propio visitante, que llega pendiente de lluvias casi eternas y de nieblas persistentes. Y son esas nieblas de otoño, precisamente, las que en muchas ocasiones se presentan en las primeras horas de las mañanas para ser la antesala de días luminosos con temperaturas cálidas al mediodía, a pesar de unas fechas cada vez más próximas al invierno.