Una buena oferta inmobiliaria se llevó el asilo a una ubicación alejada de esta zona y cercana a la playa de Samil. Sin embargo, los vigueses todavía recuerdan la pequeña imagen de San Antonio tras la verja de una ventana que daba a la calle, con un peto en el que muchas devotos dejaban sus limosnas a cambio de sus peticiones al santo.
Pero todo esto ya es historia porque el Concello de la ciudad acaba de dar luz verde para la esperada transformación de esta zona y, en concreto, de este edificio cada vez más deteriorado por el abandono y que se ha convertido en un auténtico picadero de droga.
Mientras tanto, en la puerta principal de lo que era el asilo se han colocado unas señales prohibiendo la entrada. Las advertencias están escritas en español y en inglés, seguramente para que los turistas no confundan lo que es una penosa ruina con una antigüedad.