“Ya podían ofrecerme todo el oro del mundo que yo nunca dejaría mi tierra, a mi Celta”. En 1985, Manuel Copena Araújo declaraba su amor celeste en una entrevista en el diario Faro de Vigo. Había colgado las botas más de cuarenta años antes, pero tenía la misma determinación que cuando, conocido como ‘Nolete’, se convirtió en el gran artillero del Celta a caballo entre los años 30 y 40. “Llegué a probar incluso por el Real Madrid con una ficha muy importante, pero yo quería a mi Galicia, quería a mi Celta”, contaba aquella tarde, orgulloso de haber defendido aquella camiseta.
Nacido en Gondomar el 22 de noviembre de 1911, Nolete comenzó su carrera en equipos modestos de la periferia de Vigo hasta que recaló en el Eiriña Club de Fútbol de Pontevedra, que en su época era uno de los más destacados de Galicia. Desde aquí, en 1932, fichó por el Celta y se convirtió en uno de sus grandes goleadores, favorecido por un físico portentoso (medía 1,85 metros), una buena calidad técnica y una entrega absoluta a sus colores. Hay disparidad sobre la cifra de goles que anotó en sus once temporadas celestes: algunas fuentes le atribuyen 161 goles mientras otras los rebajan a 153, porque hay muchos tantos discutidos y falta una estadística clara, también para el número de partidos, que oscilan entre los 171 y los 113, también porque existe cierta confusión con amistosos y alineaciones. Pero lo cierto, al margen de las cifras, es que fue un delantero que marcó una época, todavía uno de los más grandes de la historia celeste, con el valor añadido de que anotó goles decisivos.
Así, fue fundamental en el primer ascenso a Primera. En aquella temporada 35/36 anotó 32 goles, 19 durante la liga y otros 13 en la fase de promoción. También, marcó frente al Deportivo en la promoción de 1940, lo que le valió la permanencia en la máxima categoría. Asimismo, fue el autor del gol que evitó el descenso del Celta a la temporada siguiente ante el Zaragoza. Nolete marcó también los primeros dos goles del Celta en Primera División: fueron contra el Zaragoza en su estadio, donde los celestes cayeron por 3-2 en su estreno en la categoría de oro.
Antes del debut en Primera, Nolete vivió tiempos difíciles como el resto de la plantilla del Celta. De una parte, por la Guerra Civil, que movilizó a filas a casi todos los jugadores. En su caso, fue enviado como soldado en el frente de Aragón. Además, el club volvió tras la contienda en una dramática situación económica, que llevó a varios futbolistas a condonarle sus deudas para evitar la liquidación. “Cuando ascendimos en 1936, el Celta estuvo a punto de desaparecer por problemas económicos. Entonces los jugadores renunciamos a cobrar lo que se nos debía, no hice dinero, casi me costó. Hasta cuando mi madre mataba al cerdo venían mis compañeros de equipo a comer a mi casa. Aquellos tiempos no eran como los de ahora, jugábamos por auténtico amor al club”, explicaría en aquella entrevista en Faro de Vigo en 1985, cuando contaba ya 74 años.
Nolete se retiró en el Celta con un partido de homenaje el 11 de abril de 1943 en Balaídos frente al Deportivo. “Ya pagó el Celta la deuda de gratitud que tenía contraída con el más entusiasta de sus jugadores”, afirmaba al día siguiente La Hoja del Lunes. El delantero fue recibido con una interminable ovación y pancartas con el lema “¡Nolete, Nolete, Nolete!” y “¡Viva Gondomar, que es tu pueblo!”. Una niña entregó un ramo de flores al ariete, que se emocionó al recibirlo mientras la banda de música “lanzaba al viento las notas alegres de su satisfacción por el homenaje que el celtismo tributaba a uno de los suyos”, narraba el cronista, calificando a Nolete como “el caballeroso jugador”.
Retirado del fútbol, Nolete fue profesor en Gondomar y, más tarde, en el Instituto Santa Irene de Vigo, donde se jubiló en 1981. Antes, en 1965, había sido nombrado alcalde de Bayona, cargo en el que permaneció ocho años. Y siguió vinculado al fútbol, ya que llegó a dirigir al Sporting Guardés como entrenador en los años 70 del pasado siglo.
Manuel Copena Araújo falleció en Vigo en noviembre de 1987. Y permanece en la historia del Celta recordado como Nolete, aquel delantero imponente que marcó goles decisivos y que no hubiese cambiado su camiseta celeste “ni por todo el oro del mundo”.