Eso coartaría las libertades. Sin embargo, quizá haga falta incrementar la vigilancia en beneficio de unos intereses comunes de toda la ciudadanía, sobre todo, frente al vandalismo que ensucia las paredes con pintadas que no tienen nada que ver con los grafitis; los que se dedican a romper y robar el mobiliario urbano, simplemente porque disfrutan haciendo daño; y, también, los que roban las plantas y las flores de zonas ajardinadas y pagadas con los impuestos de todos. Esos delitos deben ser castigados. Pero no se trata de excederse en el castigo, sino de disuadir a quienes no respetan las normas de convivencia.