Sin embargo, sus propietarios no se han molestado siquiera en darle una mano de pintura; sigue ahí, tal cual, mostrando una capa de óxido devastador que ya ha levantado la pintura en la mayor parte de su superficie y que, de no ponerle freno, terminará pulverizando completamente su estructura de acero. Pero qué más da, dirán sus propietarios, si, al fin y al cabo, las noticias siempre parecen las mismas y sólo van cambiando los protagonistas y los escenarios: robos, guerras, asesinatos, elecciones, abusos…, y contadas según el punto de vista y los intereses de cada observador. El mundo evoluciona, sí, pero las noticias parecen tan oxidadas como la antena parabólica.