Alcanza una altura del orden de los 700 metros y, desde la distancia, su imponente presencia resulta como un vigilante silencioso de la ciudad más grande e industrial de Galicia. Además, ofrece agradables rutas para el senderismo, alguna pared escarpada que permite la escalada, importantes restos arqueológicos, y unas vistas espectaculares sobre toda el área metropolitana. Y para quienes no sean amigos de la sana costumbre de caminar o de pedalear también pueden se puede acceder a las cercanías con vehículos a motor, aunque al hacerlo estén profanando, en cierto modo, un rincón verde que merece la pena respetar.