Esas dos bateas que se observan en el centro de la imagen constituían la única infraestructura con la que contaban los nadadores del Real Club Náutico de Vigo en los años sesenta del pasado siglo XX. Entre ellas se tendían unas corchadas que servían de calles para realizar las competiciones.
Pero lo que también resultó indispensable en aquellos inicios fue la figura del entrenador, el señor Ozores, como era conocido. Aquel hombre merece un gran recuerdo y un gran reconocimiento por su gran labor cuando la piscina era todavía una ilusión colectiva, eran unos tiempos heroicos.