Días más tarde, cuando llega la noche de Fin de Año, justo después de las campanadas, se forma una auténtica batalla festiva de petardos, bombas y fuegos de artificio que llenan la plaza de luz y explosiones con la participación de un vecindario muy animado y bien avenido. Una competición vecinal e incruenta -que no resulta precisamente barata- para celebrar el cambio de año y desear la ansiada prosperidad que sólo unos pocos consiguen.