Jaime de Sousa nació en 1878 en Freixo de Espada, localidad de la portuguesa Serra da Estrela, comarca de Tras-os-Montes. Se formó como fotógrafo en el estudio que su hermano tenía en Ourense y en 1899 se asoció con Xosé Gil. En 1915 fijó su residencia en Vigo donde abrió un estudio propio, despues de haber trabajado desde 1907 con Cándida Otero, viuda del gran fotógrafo italiano Felipe Prósperi, que poseía una gran cantidad de retratos que terminó cediendo a Jaime de Sousa y que hoy forman parte del Arquivo Pacheco. Felipe Prósperi poseía establecimiento fotográfico en Vigo desde 1870.
Desde que abrió en la calle del Príncipe el estudio del fotógrafo Pacheco no paró de crecer en cuanto a trabajo y prestigio, apareciendo también sus fotografías en publicaciones como «Faro de Vigo», «El Pueblo Gallego» o «Vida Gallega» y revistas como «Blanco y Negro» y «Mundo Gráfico». Personajes importantes de la época pasaron por el estudio para ser retratados como Alfonso R. Castelao, Curros Enríquez, Carlos Maside o Luis Seoane.
Toda esta obra a lo largo de décadas es la que nutre el Arquivo Pacheco que hoy los vigueses podemos disfrutar, donde están reflejados los escenarios, las vidas, los momentos de la ciudadanía de esta ciudad que hoy son una inmejorable fuente de información para conocer nuestro pasado reciente. En el archivo se pueden ver las placas del puerto del Berbés con sus pescadores y peixeiras, los carros de bueyes en la calle del Príncipe, los primeros tranvías, los primeros autómoviles por Urzáiz, y las primeras industrias como las fundiciones, los astilleros de barcos de madera o las fábricas de salazones primero y más tarde de conservas de pescado.
Pacheco también retrató los cafés de la ciudad con sus tertulias donde parecía que se detenía el tiempo, los periódicos con sus primitivas rotativas, las fiestas populares, los primeros campos de fútbol con gran número de aficionados asomados al césped. Pero entre las múltiples fotografías se pueden ver también los mítines obreros de la época, las celebraciones de la Iglesia, los desfiles militares, las despedidas de los emigrantes en el puerto y desgraciadamente las escenas del Vigo de la guerra civil y la posterior dictadura.
Jaime Pacheco fallecería en 1954 legando su estudio a su familia que lo mantuvo abierto hasta 1994, cuando trabajaban en él su hijo Alberto y su nieta Susi.
Arenal, recogiendo almejas en los años 20.
Recuerdos de sus familiares
El periodista Javier Mosquera en el Faro de Vigo, nos narra las anécdotas contadas por sus familiares:
Son muchas las anécdotas que los descendientes de Xaime Pacheco tienen de La Foto «que era como familiarmente llamábamos al comercio. Recordamos con añoranza algunas de aquellas que siendo niños vivimos y que hoy forman parte de nuestra memoria».
Existía una habitación que era secreta. «Así la llamábamos, porque a nosotros, los pequeños, no nos permitían entrar. Con los años descubrimos que en su interior se encontraba el almacén con los papeles sensibles a la luz y las placas para realizar las fotos».
Realmente Foto Pacheco «era como una caja de sorpresas. El taller de retoque se convertía en muchas ocasiones en un colegio improvisado, en los pupitres hacíamos los deberes y más de una vez aquellos delicados pinceles y afilados lápices que se utilizaban para el retoque, quedaban destrozados por el uso que les dábamos».
Era genial el olor de la goma arábiga que se utilizaba para pegar fotografías. «Tenía un color especial y una textura grumosa. Solía hacerla Horacio con cuidado extremo y la extendía en el reverso de las fotos muy lentamente antes de pasarlas a la prensa para pegarlas a las cartulinas».
La prensa tenía un volante de hierro «con el que nos imaginábamos ser conductores . Por último cuando nos aburríamos teníamos el patio para jugar al escondite».
Los recuerdos de La Foto son innumerables. «El revelado era sorprendente. Ver como aparecía en un papel sumergido en una cubeta la imagen de un barco, parecía algo mágico. Entrar en la galería y ver la luz que daban aquellos potentes focos, algo fascinante, ver los «cliches» (negativos) secando y donde lo negro era blanco y lo blanco negro o ver en el cristal biselado de la cámara de fotos de la galería, las imágenes al revés, era algo asombroso».
Nuestro padre Jaime y el tío Alberto «han sido los continuadores de la obra fotográfica del abuelo manteniendo la tradición y el cariño a la fotografía y sobre todo sabiendo conservar y ampliar toda la obra fotográfica iniciada».
De toda la familia, sólo Susi, hija de Xaime, ha venido realizando trabajos fotográficos y preocupándose del mantenimiento del legado del abuelo. «Y eso que desde siempre hemos estado vinculados a este arte y ya desde niños sabíamos lo que era un cliché, lo difícil que era quitar las manchas del revelador, las fotos tamaño postal o tamaño salón, los carretes tamaño 4×6,5 , los 6×9 o 35 mm…. Y vivimos la evolución de la fotografía, la fotografía en color al alcance de los aficionados, cuyos negativos se enviaban a revelar a Madrid. Conocimos todas las novedades y la popularización de la fotografía con las famosas cámaras Instamatic de Kodak, la aparición de las réflex, los tomavistas de 8 mm y los Súper 8» …
Fundición La Industriosa de Sanjurjo Badía.
Las fotografías de estudio
Al llegar mayo y junio «el estudio se llenaba de niños de primera comunión y bodas, pues era tradicional después de la ceremonia eclesiástica y antes del banquete, pasar por el fotógrafo» y todavía recordamos «las visitas de aquellos que regresaban a Vigo en verano, desde Argentina, México, Brasil o los amigos portugueses de nuestra familia… . Estos vigueses que vivían fuera se acercaban al comercio y nos contaban noticias de los lugares en donde residían. Era realmente un lugar de encuentro donde la gente se volvía a ver después de décadas o al menos de año en año, evocando aquellas tertulias que contaba nuestro padre que tenían lugar allí mismo en tiempos del abuelo».
La fotografía de estudio «era todo un mundo, pues se retrataba quien quería enviar una foto a su familia lejana, familias numerosas, quien se hacía una foto para regalar a su novio o a su novia, la foto de los recién nacidos, la de los niños disfrazados, los escolares de uniforme, los militares, o simplemente para tener un recuerdo, todos pasaban por el fotógrafo donde una gran mayoría han quedado inmortalizados».
Era tradición del abuelo «que supieron mantener nuestro padre y tío, guardar los negativos de las fotografías, pues cada foto era diferente y cada negativo tenía, evidentemente, un significativo valor para quien en él figuraba» y con ese criterio se ha podido conseguir lo que actualmente es el Archivo Fotográfico Pacheco, un importante legado de más de 120.000 imágenes de la arquitectura y calles de Vigo, escenas de la vida política, social e industrial de la ciudad desde finales del XIX a mediados el XX.
Exposición del Arquivo Pacheco en el Casco Vello vigués.
El Arquivo Pacheco hoy
Los trabajos de investigación, tratamiento y recuperación de imágenes del Arquivo Pacheco se siguen realizando en el nuevo Centro de Arte Fotográfica en la plaza de Eduardo Chao, en pleno Casco Vello vigués.
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