Aquel pequeño parque de bomberos donde las mangueras se secaban colgándolas de una polea en la fachada del edificio, ha quedado en el recuerdo y muchos vigueses ni siquiera llegaron a saber de su existencia. En la actualidad, los bomberos vigueses disponen de una infraestructura más acorde con estos tiempos, y las mangueras, fabricadas con materiales más modernos, siguen apagando incendios, pero ojalá también pudieran apagar o siquiera enfriar los calentones que intentan bloquear, precisamente, la evolución de la ciudad de Vigo y su área de influencia hacia un área metropolitana cuyo poder, cuando se consolide, estará muy por encima de las miserias políticas que intentan frenarla.