Esta estampa otoñal se repite un año tras otro e incluso parece la misma fotografía, a pesar de ser distinta. La imagen está tomada en la Praza de España, de Vigo, en estos días de un otoño frío y lluvioso, cuando casi habíamos perdido la esperanza de volver a ver llover y la sequía ya nos estaba amenazando.
Nadie pone en duda que las castañas calientes constituyen un buen remedio para el frío. Además, su precio, tal como van evolucionando los de las diferentes modalidades energéticas, sigue siendo muy competitivo para calentarse, siquiera las manos.
Por eso, aunque pasen los años, sigue viva la costumbre de hacerse con un cucurucho de castañas recién asadas, y ahí está el castañero de todos los años, en un lugar tan estratégico de paso como la Praza de España.