Las primeras, a pesar de su mansedumbre, incordian a los clientes de las terrazas buscando algo que llevarse al pico. Las segundas, a pesar de una imagen agradable que recuerda las estampas marinas, son auténticas aves carroñeras capaces de enfrentarse para robar un pincho o un bocadillo incluso en presencia de humanos, y sin demasiadas muestras de miedo. La instalación de ahuyentadores electrónicos no resulta del todo eficaz y algunos recurren a la imagen agresiva de un enemigo natural, como el caso que observamos en la fotografía tomada en la terraza de la “Cafetería Sevilla”, en la Gran Vía de Vigo, donde han optado por colocar un búho en aparente situación de vuelo. De momento funciona, seguramente hasta que las gaviotas, con gran capacidad de observación, caigan en la cuenta de que se trata de un truco que no va más allá de un modelo mecánico para espantar a los pájaros.