La Marquesa Esteva de las Delicas, de la familia Autrán, según nos informa una mujer centenaria y de muy lúcida memoria, trajo al padre Damián, al padre Daniel y al padre Abelardo, de la orden de los Carmelitas. Comenzaron su labor en el bajo de una pequeña casa, ya desaparecida, que estaba ubicada en el frente de lo que hoy es la plaza que se observa en la fotografía, en la calle López Mora. Los tres religiosos estaban protegidos por sus mecenas y vivían en el piso de encima de la humilde capilla. Prestaban el traje de la Primera Comunión a las niñas y a los niños del barrio, les daban un chocolate…, hacían mucha caridad. Más tarde se construyó la iglesia y, hasta hace unos años, cuando todavía no estaban construidos los grandes edificios laterales de la plaza, existía una larga cuesta de acceso a la iglesia y, en lo alto, una pequeña explanada de tierra con un enorme árbol centenario. Poco a poco, y con enorme sacrificio, llegaron a conseguir lo que hoy es un lugar muy importante de reunión y de celebraciones religiosas.