Las islas Cíes están llenas de historia y de historias, de tesoros naturales que engloban flora y fauna singulares y quizá, también, tesoros materiales de enorme valor y ocultos por los piratas que antaño asolaban las costas de la ría, e incluso riquezas, quizá, provenientes de naufragios que todavía están por descubrir bajo las aguas de su entorno, naufragios acontecidos por la mala fortuna de los navegantes o provocados por la violencia de alguna guerra a lo largo de siglos de historia. Durante cada época del año y cada hora del día las islas lucen una imagen diferente, y el faro, como silencioso vigilante, mantiene con su luz de secuenciado parpadeo el aviso de su presencia a los navegantes, y quienquiera que alguna vez las haya visitado comprenderá que sobran argumentos para apoyar la solicitud de que formen parte del Patrimonio de la Humanidad.