Son grandes, eso sí, y requieren, por lo tanto, mayor espacio y mayor dedicación para llevarlos de paseo frente a uno de menor tamaño, que casi se contenta con dar dos vueltas por el pasillo de una casa de tamaño medio.
El problema principal de estos perros gigantes es afrontar sus necesidades alimentarias, que requieren un presupuesto abultado. Y no digamos cuando llueve y el peso del animal impide cogerlo en brazos para apurar el paso y llegar pronto a casa.
Pero todo sea por las compensaciones que da el tener un perro en casa, sea gigante o pequeño; una entrega incondicional que difícilmente se encontrará en un ser humano.