El ferrocarril sigue siendo hoy un transporte indispensable y según los destinos compite perfectamente con otros medios como el marítimo y el transporte por carretera. Lo cierto es que Galicia no sería la misma sin las comunicaciones y muchas personas todavía pueden dar fe de cómo era Galicia antes de construirse los llamados “Accesos a Galicia”.
Los viajes fuera de los límites geográficos gallegos eran una auténtica aventura que consumía mucho tiempo e incomodidades. Hoy, las comunicaciones por carretera están muy bien solucionadas —-salvo los abusivos peajes de las autopistas y la falta de conexión con algunas poblaciones—-, los aeropuertos, por su parte, cubren las necesidades del transporte aéreo, y los grandes puertos de Vigo, A Coruña, Ferrol y Vilagarcía cubren las necesidades marítimas. Pero el ferrocarril gallego, que ha ido evolucionando con los tiempos, denota la imperdonable carencia de la alta velocidad, la de verdad, la conocida como AVE. Sin embargo, conviene aclarar varias cosas.
La alta velocidad (AVE) no está concebida para transportes de mercancías y el precio de su billete es elevado, por no mencionar el coste prohibitivo de su infraestructura. Es por todo ello que quizá hubiera sido mejor realizar una ampliación de ferrocarriles de cercanías con mayor frecuencia, que sería mucho más barato, y mejorar la red de transporte de mercancías. Pero el AVE se ha vendido como un sabroso caramelo y todo el mundo lo quiere.
No hay marcha atrás, y ya puestos, esta Plaza de la Estación de la ciudad de Vigo pronto debiera ser testigo de esos cambios tantas veces anunciados. Y luego seguirá siendo la Plaza de la Estación.