Sin embargo, la lluvia, tan menospreciada, resulta indispensable para mantener, precisamente, el verdor que caracteriza a estas tierras del noroeste español, ese color del paisaje de una Galicia que conjuga el monte y los ríos con la playa y el mar. Y después, un año más, también hará su aparición el verano, como un eslabón indispensable del ciclo natural de las estaciones, de esa magia natural y divina que nos embelesa.