En la viguesa Praza de América, en su confluencia con la Avenida de Castelao, han colocado un carro de venta de castañas asadas. Es el indicio de un otoño y de un invierno fríos. La amenaza de una sequía, que parece ir a menos, hace recordar tiempos pasados y ya casi olvidados en los que la escasez de agua obligaba, a veces, a realizar incómodos cortes de suministro.
En su día, la construcción de la presa de Eiras en el río Oitavén, en Fornelos de Montes, inaugurada en 1977, resolvió aquel problema, puesto que la presa de Zamáns, por sí sola, resultaba insuficiente. En la actualidad, la población de Vigo está tan acostumbrada a un suministro de agua constante y abundante que no es consciente del peligro que se cierne con la ausencia de lluvias.