Nació en Viveiro y muy joven se desplazó a Madrid, donde llegó a ser una figura principal de la vida cultural, formando parte activa de la bohemia del café Gijón. Su estilo poético, fundamentalmente oral, mereció numerosos y valiosos reconocimientos nacionales e internacionales, y aún hoy en día sigue generando admiración.
La ciudad de Vigo formó parte de su vida en sus últimos años y era habitual verlo pasear por las calles observándolo todo, creando poesía en su mente. La calle del Príncipe, en concreto, era un lugar que frecuentaba y, hoy, la que era conocida como Primera Travesía de Príncipe, una pequeña calle, pero muy céntrica, que comunica con la calle Policarpo Sanz, ya lleva su nombre.
Después de muerto, la poesía de Carlos Oroza sigue igual de viva e intensa y no deja a nadie indiferente, y para recuerdo constante de esa profunda creatividad se ha puesto un fragmento de sus versos en unas losetas por las que no hace mucho tiempo aún caminaba el poeta.