Para la mayoría de la gente los cementerios no suelen se motivo de visita salvo cuando resulta indispensable por circunstancias luctuosas. Son como ciudades en las que, a pesar de la muerte, en apariencia siguen existiendo diferencias notables: gigantescos y vistosos panteones de piedra frente a humildes cruces señalando un lugar de enterramiento en tierra. En la fotografía, tomada en el cementerio de Pereiró, en Vigo, puede observarse un conjunto de cruces en una zona de tierra provistas de un simple número para facilitar su identificación; son enterramientos casi anónimos, como lo fueron la mayoría de esas personas durante su vida terrenal. Sin embargo, tras la muerte, tras esa barrera tan enigmática, lo único que es auténticamente cierto es que todo el mundo está en igualdad de condiciones: muerto.