Téngase en cuenta que muy cerca estaban ubicadas las cocheras de los tranvías, concretamente en un lateral de la Praza de América, donde inicia la Avenida de Castelao.
En su última etapa, el “Hipólito” era un lugar donde se daban cita los aficionados a la buena música. Un piano servía de instrumento principal acompañando las voces de los cantantes y a veces la actuación de algún otro instrumentista. Allí actuaron de modo improvisado pianistas profesionales como Blanca Vázquez y Severino Ortiz, violinistas como Laura Quintillán, tenores como José Antonio Campo y un largo etcétera. Cuando había actuación, el local se abarrotaba de público de todas las edades para disfrutar de las actuaciones con una cerveza o un café y sin más electricidad que la necesaria para alimentar la cafetera y las bombillas.
El “Hipólito” era un punto de encuentro para los amantes de la buena música. Y decimos “era” porque el progreso se lo ha llevado por delante, aunque siempre quedará en el recuerdo y en la historia reciente de esta gran ciudad que no tiene demasiada piedad con la cultura.