Pero lo más curioso del asunto no es la imagen de esos dos artilugios metálicos sobre una estructura de madera, sino su existencia en unos tiempos en los que la comunicación epistolar en papel ha quedado reducida a la categoría de simple anécdota. Cabría preguntarse si los más jóvenes, tan tecnológicos, conocen la utilidad que han tenido, y que aún siguen teniendo, tanto los de forma cilíndrica y de color amarillo, que sirven para enviar las cartas, como los rectangulares de color verde, que le sirven a los carteros para recoger las cartas y paquetes pequeños que deben repartir. Y las cabinas telefónicas, ¿sabrán manejarlas los más jóvenes?