Sin embargo, no es necesario viajar a ninguna parte porque esa imagen tallada en la piedra está en la ciudad de Vigo, concretamente, en la confluencia de las calles Vázquez Varela y Couto de San Honorato, y ese relieve forma parte de tantas otras curiosidades y de tantas otras maravillas que muchas veces pasan inadvertidas ante nuestros ojos. Porque, en muchas ocasiones, el viajero se asombra de las joyas arquitectónicas ajenas olvidando las que tiene en su propia ciudad. En ese sentido, Vigo tiene en su haber una buena relación de edificaciones de gran valor arquitectónico, museos que albergan piezas singulares, y alrededores muy valorados por los forasteros, como es el caso de nuestras playas y de las islas Cíes, y sin contar con la gastronomía. No cabe duda que quien visita la ciudad de Vigo es la mejor tarjeta de presentación, por eso debemos esmerarnos en cuidar del forastero.