Esta pieza, auténtica, corresponde a un casquillo protector de un proyectil de mortero utilizado durante la guerra civil española. Está fabricado de latón e iba roscado sobre la cabeza del proyectil, protegiendo su parte más sensible.
Cuando terminó la guerra, un combatiente del lado nacional —franquista— trajo como recuerdo del frente del orden de una docena de estas piezas. Resulta anecdótico que dos o tres de ellas fueron a parar a un convento de monjas para que hicieran una campanilla, de las que se utilizan para los servicios religiosos. Algunas otras fueron regaladas por algún familiar como agradecimiento a algunas personas. Las que aún quedan obran en poder del descendiente de aquel Alférez Provisional que luego fue Teniente del Ejército hasta que lo abandonó para incorporarse al Cuerpo Nacional de Policía. Esto era algo habitual porque muchos combatientes volvieron con otros recuerdos de la guerra. Algunos trajeron armas largas y cortas y se las quedaron en propiedad. Por eso no resulta extraño que en algunas casas, sobre todo de algunos pueblos españoles, aún existan armas que fueron utilizadas durante la guerra. Son recuerdos bélicos de un enfrentamiento cruento y muy doloroso para ambas partes.