Sin embargo, todos esos objetos constituyen una visión parcial de la decoración de la barra de un restaurante de inmejorable cocina y de trato exquisito para los amantes del plato hondo y del trago largo: Casa Roucos, en el número 6 de la calle Santa Marta, de Vigo. Por lo tanto, es fácil deducir que la mayoría de ellos son aportaciones de clientes que han pasado gran parte de sus vidas en el mar, pues ahí tenemos la «gamela», el barco pesquero y el faro, pero tampoco falta en el conjunto el necesario tributo al campo, con esa calabaza, y las botellas que acompañaron una buena y amigable tertulia o el necesario olvido de un hecho singular y amargo, y todo ello se completa con el reconocimiento a la creación artística. Porque en el Roucos se han dado y siguen dándose cita buenas gentes de todo tipo, ya sean del mar, del campo o de la cultura, y sus paredes y sus rincones van llenándose, año tras año, de los recuerdos que van regalando sus clientes agradecidos.