La ciudad de Vigo se ha empeñado durante años en borrar la identidad industrial de su pasado. Han desaparecido numerosas instalaciones fabriles, algunas de tanto renombre como Álvarez, sin que nadie se inmute, y algunas otras corren el mismo peligro, como es el caso de La Panificadora. En algunos casos la desaparición ha sido inevitable por razones urbanísticas, pero en otras ocasiones ha sido motivada por la codicia o por el desinterés.
Existen ciudades en las que se han recuperado muchas de esas instalaciones convirtiéndolas en museos, en bibliotecas o en locales de servicio público, incluso remodelándolas para su utilización particular con pisos y apartamentos. Es preciso que Vigo inicie una serie de acciones que eviten esos destrozos históricos. Afortunadamente, en la actualidad existe un mayor control para evitar los desmanes, y es muy destacable la colaboración del Concello de Vigo con la Zona Franca para recuperar algunas de esas joyas arquitectónicas que constituyen los recuerdos industriales de la ciudad.