Es una calle de corto recorrido que ha ido deteriorándose con el paso del tiempo. Sus edificios se han ido arruinando por falta de mantenimiento y desidia -para demostración está La Panificadora- y ya quedan muy pocos de los establecimientos de antaño y de los inquilinos de las antiguas casas, alguna de ellas, por cierto, muy pintoresca y adornada con multitud de flores de plástico y rodeada de gatos.
En la actualidad se están recuperando algunos de sus edificios aprovechando, de un modo muy acertado, sus estructuras pétreas. Con estas actuaciones urbanísticas, además de nuevas viviendas, ya existen algunas oficinas, algún estudio de arquitectura y una conocida editorial. Es evidente que son nuevos tiempos para una calle histórica que va recuperando su vida en la ciudad de Vigo del siglo XXI.