Esta imagen está tomada en la década de 1960 desde una vivienda en la Avenida García Barbón, de la ciudad de Vigo. Su apariencia no tiene nada que ver con la realidad actual, sesenta años después.
En la parte inferior derecha se observa, en primer plano, la alineación de la Rúa Oporto, donde había pequeños locales comerciales, entre ellos, el taller de un zapatero que en aquellos años fue detenido como autor de un asesinato muy comentado en la ciudad. Un poco más abajo había una chatarrería y una fundición.
Los tejados que se observan en primer término corresponden a un garaje al que también se accedía por la Rúa Oporto, Garaje Oporto. El edificio que aparece a la izquierda, que hace esquina con la Rúa Rosalía de Castro y Oporto, aún sigue en pie y en su bajo existe un conocido local hostelero. El aserradero con los tablones de madera apilados estaba en la actual calle de Rosalía de Castro. Incluso pueden verse las copas de algunos árboles del parque de la Rúa Areal —-llamada calle Felipe Sánchez durante el franquismo—-. Al fondo se puede ver A Guía, aún poblada de árboles y, con un poco de esfuerzo, casi puede verse el estrecho de la ría donde ahora existe un muelle de barcos de recreo que ocluye su visión —-habría que pedirle responsabilidades a quien otorgó el permiso para su construcción—-.
También destacan muchas galerías y ventanas que daban hacia lo que entonces eran fincas separadas por un ancho camino de tierra que es la base de la calle actual y que se convertía en un enorme barrizal cuando llovía. Sin olvidar algunas grúas del puerto y el colegio de los jesuitas (Apóstol Santiago) un poco más a la derecha.
Durante muchos años la Rúa Rosalía de Castro fue un simple proyecto sin nombre concreto que comenzaba en el cruce de la Rúa Pontevedra con la prolongación de Marqués de Valladares y que terminaba un poco más allá de la Rúa Serafín Avendaño, delante de La Metalúrgica. Hoy es una zona llena de modernos y altos edificios, con numerosos locales comerciales de todo tipo y casi nadie se acuerda de lo que ahora comentamos. Las personas que vivieron aquella época aún tendrán en la memoria el taller de arreglo y alquiler de bicicletas, el taller de Pepe el carpintero, la fundición de Sanjurjo (Funditesa), el túnel del tren, la prolongación del Roupeiro —-que ya existía—-, con el lavadero de ropa y varias tabernas, además de numerosos recuerdos que han quedado tapados por el asfalto y el progreso.