Su singular orografía, sus playas de arena extremadamente blanca y fina, sus aguas transparentes, y su flora y fauna tanto terrestre como acuática, las convierten en el destino de miles de visitantes que acuden todos los años para conocerlas y disfrutarlas. Muchas personas incluso repiten la visita un año tras otro incapaces de saciarse de este paraíso atlántico. Las islas Cíes, además, están cargadas de historias que en algunos casos rozan la leyenda. En algunas ocasiones fueron reposo de piratas, e incluso hay quienes apuntan a posibles tesoros que todavía permanecen escondidos. Allí hubo un pequeño monasterio, un cementerio, y aún existen vestigios de primitivos pobladores. Es obligada la excursión hasta el faro que está en lo alto. Desde allí, las vistas son impresionantes, con los acantilados posteriores abiertos al océano y con la ría de Vigo en primer término. Quien las haya visitado podrá certificar cualquier alabanza que se les dedique, y sus características reúnen todas las condiciones para su justo reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.