La ciudadanía viguesa aprovecha para pasear por las playas que se convierten en refugio placentero de familias, parejas, pandillas de amigos y algunas almas solitarias. El aire libre con el sonido del mar batiendo contra la orilla del gigantesco arenal, otras veces lleno de bañistas, se convierte en estos días soleados y de temperatura moderada, en un excelente escenario para que todo el mundo disfrute de un paraje singular.