Las obras de restauración de la Catedral de Santiago de Compostela sorprenden a todos los visitantes, propios y foráneos. Son un acierto y un trabajo interdisciplinar brillante que justifica sobradamente una detenida visita al templo. Muchos de los rincones que antes eran oscuros y grises han recobrado vida y color. Pero en todas estas actuaciones aparecen detalles muy curiosos.
Hasta hace años —y durante muchísimos décadas—, en un rincón del lateral de la salida a la fachada de Azabachería, a la izquierda del altar mayor, había una imagen que formaba parte de la iconografía histórica de la catedral. Se trataba del conocido como “Santiago Matamoros” y representaba a Santiago Apóstol sobre un caballo blanco blandiendo una espada y pisoteando infieles.
Es obvio que la figura de “Santiago Matamoros” resultaba políticamente incorrecta en estos tiempos de tanta corrección. Por ese motivo, los moros se disimularon con flores, tal como puede observarse en esta fotografía tomada hace años. Sin embargo, actualmente, y aprovechando las reformas de la catedral, la figura ha sido retirada y sabe Dios a dónde ha ido a parar.
En su emplazamiento se ha colocado el túmulo funerario de Teodomiro, el obispo de Iria que reconoció el sepulcro del Apóstol Santiago en el lugar donde, según la tradición, el eremita Paio, allá en el siglo IX de nuestra era, aseguró haber visto luces en el bosque. Se ve que la historia se monta y se cuenta según convenga en función de las circunstancias de cada época.