Pero las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas. Antaño, las caretas se fabricaban de cartón y muchos ciudadanos de Vigo todavía recordarán la Papelería Comercial, en la calle del Príncipe, donde las vendían. En aquella época los disfraces se hacían aprovechando las ropas viejas que se escondían en el fondo del armario. Incluso, aunque parezca exagerado, llegaron a prohibirse las caretas y los antifaces porque ocultaban la identidad de quienes las llevaban, porque constituían un gran peligro, según decían. Todo aquello ha quedado en el pasado. Hoy, el mundo de los plásticos ha destrozado el romanticismo del cartón y los disfraces se fabrican partiendo de cero con telas de todo tipo, con precios asequibles para todo el mundo, la mayoría fabricados en China para que los disfrutemos aquí, al otro lado del mundo. Las fiestas del carnaval se han popularizado y ya no podemos hablar de unas celebraciones paganas con caretas de cartón, cuyos precios, ahora, sólo son aptos para coleccionistas. Por el contrario, como decimos, todo es de plástico. Y, a pesar de todos los cambios, el espíritu de la fiesta sigue siendo el mismo: diversión, sátira, buen humor, grandes comilonas.