“Para una mujer lo más grato de un coche es el espejito retrovisor en el que pueden completar, con un gesto de coquetería, el grato rizo del cabello». Con esta frase se abría la crónica del diario El Pueblo Gallego sobre el primer curso de ‘Mecánica para Damas’, que comenzaba a impartirse en Vigo en el año 1970. “Si las mujeres saben coser… ¡bien pueden aprender a conducir!”, afirmaba el periodista de hace cincuenta años, de cuyo razonamiento se deduce que, para ellas, conducir se aprende y coser es innato. Y es que, hace ahora medio siglo, se estrenaban en el instituto de Formación Profesional Acelerada del Meixoeiro las primeras titulaciones femeninas de mecánica del automóvil y conducción de tractor. Y, aunque pudieran parecer un paso hacia la igualdad, aquellas noticias se contaron como una apoteosis del machismo.
Los cursos fueron una iniciativa de la Sección Femenina de la Falange Española, cuya fundadora, Pilar Primo de Rivera, enunciaba frases como: «La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular, no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse». Otra de sus alucinantes sentencias rezaba: «Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles». Así que, con semejantes precedentes, no es de extrañar lo que vino después.
La Sección Femenina se encargaba de organizar el Servicio Social de la Mujer, remedo del servicio militar masculino. También, de la formación de las españolas en los tres ámbitos básicos para Pilar Primo de Rivera: ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas. El modelo inspirador de Doña Pilar eran Isabel La Católica y Santa Teresa de Jesús, dos personajes que curiosamente vuelven a estar muy de moda en nuestros días a través de series y películas.
Pero, en los años finales de la dictadura, la Sección Femenina, como buena parte del franquismo, quiso darse un cierto barniz de modernidad. Y a los tradicionales talleres de cocina o costura (‘sus labores’ era una ‘profesión’ que aparecía en el carné de identidad), añadió algunos que hasta entonces eran competencia exclusiva de los hombres. Este fue el caso de los cursos de «mecánica para damas» que aparecen a principios de los años 70. En Vigo, eran impartidos en el instituto de Formación Profesional Acelerada número 6, en el Meixoeiro, actualmente el CIFP ‘Valentín Paz Andrade’.
La prensa de la época recibió estos cursos con un ejercicio de machismo inenarrable. Lo resume el cronista de El Pueblo Gallego, donde se pone en duda que tales estudios sean de ningún provecho, ya que la mecánica es impropia de las mujeres, «quizá porque el motor es siempre algo que mancha las manos».
En otra crónica, el redactor fantasea con algo inconcebible: que una mujer se detenga a ayudar a un hombre. «Cualquier día nos vamos a encontrar en una carretera con una avería y, cuando el coche pare, bajará una dama», escribe el autor, «y le contestaremos: «Perdone, señora o señorita, que la haya molestado. Puede seguir. Es que tengo una avería en mi coche…» Y la señora o señorita, se apea, ausculta el motor accidentado y lo repara en un santiamén».
El periodista de El Pueblo Gallego, concluye su reportaje, fechado en 1970, creyendo vivir un momento histórico: «Así pues, eso de pararse en la carretera para ayudar a una conductora con su coche averiado va a pasar a la historia». No hay duda de que las fantasías de la época estaban muy influenciadas por el ‘Landismo’. Y anticipaban el cine de Pajares y Esteso.
En otro diario, el periodista entrevista a un monitor del curso: «¿Cree usted que de verdad la mujer necesita estos conocimientos?», pregunta el reportero. El profesor responde: «¡Desde luego! Si manejan una máquina de coser o una plancha eléctrica, se hace necesario que la conozcan. Lo mismo sucede con un coche». Aquí se inspira el redactor para la monumental frase que encabeza este artículo.
Años más tarde, el pitorreo mediático se hará aún más grande cuando la Sección Femenina comience a ofrecer un curso de ‘Conductora de tractor’. Aunque se le intenta dar un aire de modernidad, el machismo rezuma por todas las crónicas. Pero la realidad económica obliga, como reconoce el director general de Promoción Social en una visita a Vigo en 1970: “Como consecuencia de la emigración, la mujer se ocupa del trabajo del campo”, asegura en El Pueblo Gallego.
Los cursos de ‘Mecánica para Damas’ o ‘Mecánica para Señoras’ siguieron impartiéndose hasta 1976 en el instituto del Meixoeiro. En una época en que los niños nacían pidiendo el volante de un cochazo, y las niñas, aguja e hilo… o eso pensaban aquellos periódicos de hace ahora medio siglo.
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