Ese árbol de la fotografía está en la Rúa Venezuela, en la ciudad de Vigo, y aparece con el tronco lleno de pequeños hongos que acusan, además de otros factores, la gran humedad de este invierno. Sin embargo, debemos agradecer la presencia de la lluvia en el invierno, pues esa agua es un recurso imprescindible para el campo y para nuestra vida cotidiana. Recordemos cuánto la echan de menos en otras latitudes donde la prolongada sequía termina con los cultivos y crea situaciones angustiosas que aquí, por suerte, no vivimos.
Lo que sí es preciso advertir es que esos hongos posiblemente no sean comestibles, y que la delicia de los hongos en la mesa debe experimentarse con los recogidos por gente que los conoce, o con los comprados en las tiendas de alimentación, siempre con el control adecuado para evitar intoxicaciones —algunas mortales— que de vez en cuando siguen produciéndose.